Mi Experiencia personal ante una Crisis Interna
Hace unas semanas me sucedió lo que yo llamo una crisis interna. Un dolor agudo (emocional) bien situado que por un día entero abarcó todo el espacio. En este momento de mi vida tengo la suerte de abordar estas crisis desde una perspectiva que antes me era imposible.
Sin dejar de sentirme como un trapo, mi mente se disponía a sacarle partido al mensaje que ese dolor me estaba dando. Al principio pasas por etapas de muchos pensamientos desordenados que generan un caos mental difícil de sostener. Luego detienes ese torrente mental y sólo lo observo sin ponerle etiquetas, ni juicios, ni nada.
Respiro y observo, observo y respiro así durante un buen rato. Se sin ninguna duda que esta fórmula te lleva a encontrar la primera respuesta al enigma que sostiene ese dolor. En mi caso una serie de acontecimientos terminaron de pinchar una bolsa de miedos que tenía cerrada en las capas más profundas de mi inconsciente.
Es muy importante en estos momentos seguir la fórmula anterior, ya que la mente y los pensamientos tóxicos nos pueden llevar a convertirnos en seres neuróticos con grandes dosis de ansiedad.
Del Budismo llevo tatuado en la Mente eso de “ todo pasa, todo es impermanente”, y nos imagináis el alivio que supone el recordártelo a ti misma esto en un momento de crisis. Reconozco que practicar meditación sirve y mucho para poder moverte a la posición de testigo por unos momentos y seguir sintiendo el dolor pero desde otro punto (disociada).
En mi caso este dolor venía de un apego a una situación que ya era hora de soltarla a un nivel más profundo. Todos tenemos capas que soltar, todos tenemos partes que se aferran a personas o a situaciones que ya no están, y hasta que no nos permitamos soltar hasta la última de las partes no conseguiremos la bendita transformación que nos hará sentirnos más libres.
Aceptar tu dolor, abrazar tu dolor en silencio, tranquila, aliándote con el tiempo, sabiendo que este culebrón de negatividad y miedos tiene los minutos contados. Afinar muy bien la percepción, observar que los juicios y el rechazo a lo que sentimos dilatarán más nuestro estado, tener muy presente que después vendrán momentos de crecimiento y felicidad.
Al día siguiente ya sólo quedaba cansancio, y un ligero malestar estomacal. Pero nada era igual. Observé como el espacio que ocupaba ese dolor ahora estaba vacío, estaba vacío de ansiedad, vacío de miedos, vacío de pensamientos. Y sentí Paz, mucha Paz.
Mi cuerpo necesitaba descansar, la energía que supone el sostener un dolor emocional un día, equivale al esfuerzo de subir una escalera mil veces.
Una crisis interna no sólo nos enseña cosas durante el proceso. Los días siguientes son claves para seguir sacando conclusiones a lo ocurrido, y para reajustarnos a nosotros mismos con conciencia y paciencia.
Feliz Camino de Autodescubrimiento
Victoria Muñiz
Terapeuta en Bioneuroemoción, Coach Personal, Terapia Regresiva
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